viernes, 28 de octubre de 2011

Re-construcción del concepto

El mundo institucional, ese entresijo de redes jerarquizadas que a veces, a muchos de nosotros, nos atrapa y nos hace olvidar qué fue lo que nos hizo llegar allá. Cuando comencé a estudiar la carrera yo quería "ayudar" a la gente, porque "era buena persona", menos mal que algunos profesores y profesoras se encargaron de hacerme ver que ese no era el camino, es mejor no creerse salvador de nada ni nadie y si parte de algo para generar el cambio. En ese ir y venir de clases y charlas posteriores con los compañeros y compañeras, entendí o comencé a "darme cuenta" de lo que realmente me apasionaba, de cual era mi pasión para moverme dentro de la Educación Social y aportar a esta. 

Cuando llegamos a la Universidad, venimos cargados de energía y con una visión un tanto distorsionada de lo que queremos estudiar, por lo menos ese era mi caso y no creo que me equivoque mucho si preguntamos al resto, creo que les sucedió algo parecido. Pero el caso es que al terminar la carrera me he dado cuenta que nos pre-ocupamos más de las "actividades" a realizar con los chicos que de la organización de la institución donde trabajamos.
De Goffman por ejemplo, aprendí  la noción de instituciones totales y con Foucault comencé a comprenderlas mejor. El problema es que salimos al mundo dispuestos a intentar cambiar algo en esas instituciones y terminamos haciéndonos cómplices de las mismas porque a los que intentamos cambiar es a los sujetos, sin tener en cuenta sus opiniones y solo guiándonos por los objetivos institucionales impuestos.

Ya durante el curso pasado, comencé a ver que quizá el problema este ahí, en que no nos paramos a analizar la institución para la que trabajamos, no nos paramos a contemplar como está organizada esta y como esto puede influir en el trabajo educativo, en la visión que la sociedad tenga sobre la institución y lo más importante, en los efectos que esto provocará a los sujetos.

Dice Sabina en una de sus canciones "a los quince los cuerdos de atar me cortaron las alas", si sacamos esta frase de su contexto original y la llevamos por ejemplo a cualquiera de los centro diversos dedicados a los menores, seguro que es una afirmación muy extendida entre los sujetos educacionales que se dan cita en estos. Pero es que tampoco están muy equivocados, a veces nos convertimos en cuerdos de atar que se empeñan en que las cosas sean así y no de otra manera, porque nosotros somos "LOS EDUCADORES" (nótese el tono irónico, no somos salvadores de nadie). Desde mi punto de vista, es importante entender esto así, para poder formar parte de...y no ser solo meros espectadores de la evolución y evaluación del recorrido institucional de una persona. Hay que implicarse en este trabajo pero, también desde mi propia reflexión, esa implicación comienza desde el vínculo que establecemos con la institución, de cómo nos posicionamos dentro de esta y para realizar este proceso es muy importante conocer la organización y entender si esta da significado al proyecto institucional o no y si esto respeta al sujeto o lo convierte en mero objeto.

La pregunta que yo me planteo y que me hace escribir todo esto para poder compartir, es ¿deberíamos comenzar por trabajar el papel que nosotros tenemos dentro de la institución y cómo la organización que esta tiene afecta al mismo, antes de pasar a definir a los sujetos y nuestras prácticas institucionales basándonos en lo ya dado? y aún más ¿debería la Educación Social comprometerse desde la base con el cambio del paradigma institucional?

Mi contestación a la primera pregunta está más o menos formada, pero por eso me gustaría generar debate con esta, la segunda creo que todos tenemos la misma respuesta, pero...¿cómo?, he ahí el quid de la cuestión.

No nos convirtamos en jardineros que cortan y recortan alas porque creen que es lo mejor, convirtámonos en los que cuídan, miman y nutren.

Re-construcción del concepto

El mundo institucional, ese entresijo de redes jerarquizadas que a veces, a muchos de nosotros, nos atrapa y nos hace olvidar qué fue lo que nos hizo llegar allá. Cuando comencé a estudiar la carrera yo quería "ayudar" a la gente, porque "era buena persona", menos mal que algunos profesores y profesoras se encargaron de hacerme ver que ese no era el camino, es mejor no creerse salvador de nada ni nadie y si parte de algo para generar el cambio. En ese ir y venir de clases y charlas posteriores con los compañeros y compañeras, entendí o comencé a "darme cuenta" de lo que realmente me apasionaba, de cual era mi pasión para moverme dentro de la Educación Social y aportar a esta. 

Cuando llegamos a la Universidad, venimos cargados de energía y con una visión un tanto distorsionada de lo que queremos estudiar, por lo menos ese era mi caso y no creo que me equivoque mucho si preguntamos al resto, creo que les sucedió algo parecido. Pero el caso es que al terminar la carrera me he dado cuenta que nos pre-ocupamos más de las "actividades" a realizar con los chicos que de la organización de la institución donde trabajamos.
De Goffman por ejemplo, aprendí  la noción de instituciones totales y con Foucault comencé a comprenderlas mejor. El problema es que salimos al mundo dispuestos a intentar cambiar algo en esas instituciones y terminamos haciéndonos cómplices de las mismas porque a los que intentamos cambiar es a los sujetos, sin tener en cuenta sus opiniones y solo guiándonos por los objetivos institucionales impuestos.

Ya durante el curso pasado, comencé a ver que quizá el problema este ahí, en que no nos paramos a analizar la institución para la que trabajamos, no nos paramos a contemplar como está organizada esta y como esto puede influir en el trabajo educativo, en la visión que la sociedad tenga sobre la institución y lo más importante, en los efectos que esto provocará a los sujetos.

Dice Sabina en una de sus canciones "a los quince los cuerdos de atar me cortaron las alas", si sacamos esta frase de su contexto original y la llevamos por ejemplo a cualquiera de los centro diversos dedicados a los menores, seguro que es una afirmación muy extendida entre los sujetos educacionales que se dan cita en estos. Pero es que tampoco están muy equivocados, a veces nos convertimos en cuerdos de atar que se empeñan en que las cosas sean así y no de otra manera, porque nosotros somos "LOS EDUCADORES" (nótese el tono irónico, no somos salvadores de nadie). Desde mi punto de vista, es importante entender esto así, para poder formar parte de...y no ser solo meros espectadores de la evolución y evaluación del recorrido institucional de una persona. Hay que implicarse en este trabajo pero, también desde mi propia reflexión, esa implicación comienza desde el vínculo que establecemos con la institución, de cómo nos posicionamos dentro de esta y para realizar este proceso es muy importante conocer la organización y entender si esta da significado al proyecto institucional o no y si esto respeta al sujeto o lo convierte en mero objeto.

La pregunta que yo me planteo y que me hace escribir todo esto para poder compartir, es ¿deberíamos comenzar por trabajar el papel que nosotros tenemos dentro de la institución y cómo la organización que esta tiene afecta al mismo, antes de pasar a definir a los sujetos y nuestras prácticas institucionales basándonos en lo ya dado? y aún más ¿debería la Educación Social comprometerse desde la base con el cambio del paradigma institucional?

Mi contestación a la primera pregunta está más o menos formada, pero por eso me gustaría generar debate con esta, la segunda creo que todos tenemos la misma respuesta, pero...¿cómo?, he ahí el quid de la cuestión.

No nos convirtamos en jardineros que cortan y recortan alas porque creen que es lo mejor, convirtámonos en los que cuídan, miman y nutren.

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